Novena para San Roque
(Se recita del 7 al 15 de agosto)



Patrón de los Inválidos y los Enfermos


Día Uno (7 agosto)

Día Dos (8 agosto)

Tercer Día (9 agosto)

Cuarto Día (10 agosto)

Día Cinco (11 agosto)

Sexto Día (12 agosto)

Séptimo Día (13 agosto)

Octavo Día (14 agosto)

Noveno Día (15 agosto)






Día Uno (7 agosto)

Dios y Señor todopoderoso, a cuya inefable Providencia todas las cosas están subordinadas; Tú que no dejas de amar al hombre y que por tu infinita misericordia has preparado a Roque, tu siervo, para que sea nuestro abogado contra el azote de la plaga; Tú que has impreso en sus corazones la Venerable Señal de la Santa Cruz, en la que tu Divino Hijo expió los pecados de los hombres y adquirió para ellos la salud espiritual y eterna, te rogamos que por esta misma Sagrada Cruz y por las infinitas Misericordias de la Preciosísima Sangre de Cristo, podamos, por la poderosa intercesión de San Roque, alcanzar la curación de todas las enfermedades del alma, de los pecados y vicios, así como de las enfermedades del cuerpo, de todos los contagios y pestilencias. Así que te rezamos con un corazón contrito.
Amén.

Oración Final



Día Dos (8 agosto)

Dios todopoderoso y providente, que con inefable sabiduría ilustra el entendimiento del hombre, prepara y mueve su corazón sin destruir su libre albedrío; y que advirtió eficazmente al joven Roque con tu Gracia, haciéndole desde tan temprana edad guardarse del contagio de los vicios y pecados mediante austeras mortificaciones y el estudio continuo de tu Santa Ley: perdónanos, Señor, todos nuestros pecados y consuélanos para que podamos recuperar tu Gracia. Ayúdanos a huir del contagio de los vicios y pecados a los que estamos expuestos, para que, recobrando la pureza de la conciencia, merezcamos la continuación de Tu Gracia; y fortalecidos por ella podamos resistir mejor las enfermedades del cuerpo, los contagios y las plagas, para que cumplamos mejor nuestros deberes y merezcamos la salvación de nuestras almas.
Amén.


Oración Final



Tercer Día (9 agosto)

Dios, Señor absoluto del Universo y de todo lo que en él se contiene, Tú que creaste todas las cosas para tu gloria y en beneficio del hombre, concédenos la gracia de usar correctamente los bienes del mundo, a semejanza de San Roque, que con gran desprendimiento abandonó todo y se entregó a ayudar a los pobres, sin que su corazón se apegara a los bienes materiales. Ayúdanos, te rogamos, a servirnos de los bienes del mundo para tu mayor gloria, ayudando y apoyando a los más necesitados y desprotegidos, para cumplir mejor los deberes de la caridad mediante la práctica de las buenas obras y merecer mejor la dicha celestial.
Amén.


Oración Final



Cuarto Día (10 agosto)

Señor Dios de infinito poder y misericordia, que has añadido a tantos remedios naturales, capaces de curar las enfermedades del cuerpo, el ejercicio de la Caridad Evangélica como remedio eficaz para todos, para aliviar y curar tantos males, defectos y enfermedades inseparables de nuestra naturaleza necesariamente imperfecta; Tú que has inflamado a los Apóstoles y a tantos otros sinceros Discípulos del Evangelio con el fuego de la Caridad, Tú que te dignaste ejercer esta misma Virtud en grado sumo en Roque, Tu Siervo, con asombro y provecho de los hombres de tu tiempo, excita ahora y siempre en todos nosotros el fuego sagrado de la más ardiente caridad, para que nos ayudemos mutuamente, disminuyendo los sufrimientos resultantes de los males físicos y morales que amarguran la vida humana. Continúa el caritativo Roque para ser desde el cielo el instrumento benéfico de tu Poder y Misericordia como lo fue en la vida y para que, libres de los flagelos, merezcamos la felicidad eterna.
Amén.


Oración Final



Día Cinco (11 agosto)

Dios justo y misericordioso, que coronas con la gloria eterna a los que con valor cristiano luchan contra las tentaciones y adversidades, ayúdanos y fortalécenos con tu gracia para que podamos soportar las adversidades, peligros e inconvenientes a los que estamos expuestos. Señor, que eres el Padre de la Misericordia, danos la fuerza para soportar todos los males como debemos, y por tu gracia líbranos de aquellos a los que nos arrastra nuestra malicia o imprudencia. Haz que, por la paciencia con la que los llevamos, expiemos nuestra culpa y lleguemos a merecer la Corona de la Felicidad.
Amén.


Oración Final



Sexto Día (12 agosto)

Dios eterno, creador del mundo y de todo lo que es! Digno de tu grandeza, poder y sabiduría infinita es el mundo y todo lo que has creado. Concédenos tu gracia para que viviendo entre los hombres y el mundo no nos dejemos contaminar por sus malos ejemplos, ni sucumbir bajo el peso de su iniquidad, con el peligro de nuestra salvación eterna. Ayúdanos a usar el mundo con prudencia, modestia y desprendimiento, propios de verdaderos cristianos, según los santos propósitos para los que nos creaste.
Amén.


Oración Final



Séptimo Día (13 agosto)

Señor Dios de infinita bondad, que tan pronto perdonas a los que te ofenden, cuando muestran arrepentimiento, que enviaste a tu Divino Hijo y a sus fieles Discípulos a perdonar los insultos y calumnias de los que deben correspondernos agradecidamente, danos fuerza y gracia para imitar tales ejemplos. Que ellos, viendo de nosotros esta correspondencia de Perdón y Caridad que el Santo Evangelio nos prescribe, se confundan y enmienden. Perdona la ingratitud con la que tantas veces te hemos correspondido: perdona también a nuestros enemigos para que, haciendo florecer cada vez más la Caridad Evangélica, vivamos en santa paz y practiquemos la Virtud, de la que depende nuestra salvación eterna.
Amén.


Oración Final



Octavo Día (14 agosto)

Eterno Dios, Supremo Juez de los vivos y de los muertos, que nunca abandona a Tus fieles siervos y que cuando el mundo los juzga abandonados y cubiertos de ignominia, Tú los juzgas dignos de Tu Gloria, consolándolos poderosamente en medio de las más grandes afrentas y tormentos, especialmente en la dura agonía de la muerte: Tú que has consolado tanto al virtuoso Roque al final de su vida terrena, consuélanos a todos en la última hora haciéndonos saber que, no tanto por nuestras buenas acciones, sino por tu infinita Misericordia, nos juzgas dignos de la gloria eterna. Ayúdanos a prepararnos para terminar nuestra existencia de tal manera que no tengamos miedo de comparecer ante el Tribunal de su Divina Justicia. Líbranos de la muerte súbita, de la plaga y de todas las enfermedades violentas y contagiosas, para que recibiendo dignamente los Sacramentos podamos resistir las agonías de la muerte. Lo pedimos por la intercesión del Beato San Roque, elegido por usted para un abogado especial contra la plaga.
Amén.


Oración Final



Noveno Día (15 agosto)

Supremo y poderoso Dios Remunerador de la Virtud! Vosotros que, con maravillas propias de vuestra omnipotencia y justicia infalible, habéis distinguido habitualmente la muerte del justo de la del pecador, y que habéis distinguido tan gloriosamente la de vuestro fiel siervo San Roque, con tanta venganza de los que han invocado su patrocinio y recurrido a su protección; Tú que, por las oraciones de este bendito siervo tuyo, has disminuido y disipado tan a menudo el azote de la peste y las enfermedades mortales en toda la Orbe católica, compadécete de nosotros ahora. He aquí que somos descendientes de aquellos devotos y fieles portugueses que tan a menudo han sido dignos de la intercesión de Tu Siervo Bendito en este Templo, donde piadosamente veneramos Tus Reliquias. No recuerdes nuestros pecados sino sólo tu infinita misericordia, las virtudes y súplicas de nuestro Abogado Celestial. Continúa, Señor, mostrando que ha merecido la gloria eterna, que habita contigo, y que el premio de la Virtud sobrevive a la muerte del cuerpo. Brilla cada vez más la saludable Providencia con la que dispones de todo en la tierra y que con tal misericordia has mostrado Tu favor. Bendito San Roque, a cuya intercesión recurrimos con justa esperanza y que Tu Divina Misericordia nos asegura.
Que así sea.


Oración Final






Oración Final

Dios de la Misericordia, escucha con amor lo que te pedimos a través de San Roque y atiende nuestra súplica.
Nos libera de la enfermedad del cuerpo y del alma y al final de nuestra vida nos concede la salvación eterna.