Plegaria al Corazón de María



Corazón inmaculado de María, en todo semejante al de Jesús; compasivo y portador espléndido de todas las gracias divinas para los hombres, tus hijos. A ti acudo confiadamente y te digo y te diré siempre:

Dulce Corazón de María, se la salvación del alma mía.

En mis alegrías y mis penas, en la dicha y en el dolor,

Dulce Corazón de María, se la salvación del alma mía.

En los peligros de alma y cuerpo, en cualquier adversidad espiritual y temporal,

Dulce Corazón de María, se la salvación del alma mía.

En los momentos de duda y en las luchas de la vida, cuando no encuentre apoyo humano y no sepa a quien acudir sino a ti, oh Madre,

Dulce Corazón de María, se la salvación del alma mía.

En las tentaciones que pongan a prueba mi fidelidad a Dios; cuando esté en peligro de perder la gracia divina,

Dulce Corazón de María, se la salvación del alma mía.

En la escuela de la palabra de Dios, en el recorrido de la fe; en ms empeños por conseguir la perfección cristiana a la que me llama el Señor; en mis trabajos apostólicos por el reino,

Dulce Corazón de María, se la salvación del alma mía.

En la hora suprema de mi muerte, cuando habré de vivir intensamente la esperanza de mi salvación eterna,

Dulce Corazón de María, se la salvación del alma mía.

Corazón inmaculado de María, siempre abierto a nosotros tus hijos, concédeme todas estas gracias, haz que te ame siempre con aquel amor tierno con que te amó el mismo Jesús.

Amén.





Ariel Diaz-Moratto


Publicación Editorial San Pablo - Bogotá DC