Saludo a las virtudes



¡Salve, reina sabiduría,
el Señor te salve con tu hermana la santa pura simplicidad!
¡Señora santa pobreza,
el Señor te salve con tu hermana la santa humildad!
¡Señora santa caridad,
el Señor te salve con tu hermana la santa obediencia!
¡Santísimas virtudes, a todas os salve el Señor,
de quien venís y procedéis!
No hay absolutamente nadie en el mundo entero
que pueda poseer una de vosotras si antes no muere
a sí mismo.
Quien posee una y no ofende a las otras,
las posee todas.
Y quien ofende a una, ninguna posee
y a todas ofende.
Y cada una confunde a los vicios y pecados.
La santa sabiduría confunde a Satanás
y a toda su malicia.
La pura santa simplicidad confunde
a toda la sabiduría de este mundo
y a la sabiduría del cuerpo.
La santa pobreza confunde a la codicia y la avaricia
y a las preocupaciones de este mundo.
La santa humildad confunde a la soberbia
y a todos los hombres del mundo,
y a todo lo que hay en el mundo.
La santa caridad confunde a todas las tentaciones
diabólicas y carnales y a todos los temores camales.
La santa obediencia confunde a todos los propios
quereres corporales y carnales; y mantiene mortificado
su cuerpo para obedecer al espíritu y para obedecer a su
hermano, y está sujeto y sometido a todos los hombres
que hay en el mundo; y no sólo a los hombres, sino
también a todas las bestias y fieras, para que, en cuanto
les sea dado de lo alto por el Señor, puedan
hacer de él lo que quieran.




Hijo y Siervo de María


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